Elena Vázquez Cendón: “En la matemática industrial, el promedio salarial de las mujeres empieza a ser superior al de los hombres”

Elena Vázquez Cendón

Desde el impulso inicial que nació en la escuela y que se desarrolló después con la ayuda de la familia y de los maestros que la inspiraron, resolver problemas con números es la pasión de Elena Vázquez Cendón. Hoy las matemáticas son el centro de una galaxia de actividades que incluyen el Decanato de la Facultad de Matemáticas, el Departamento de Matemática Aplicada de la USC o el Máster en Matemática Industrial. Docencia, investigación, máster, promoción y reflexión cultural que convierten su profesión en una emocionante actividad como formadora, mentora o fomentadora de nuevas vocaciones científicas en las personas más jóvenes.

P: El interés por las matemáticas no es ni repentino ni casual. ¿Cuál fue el papel de la familia y de los maestros y maestras en tu decisión?

R: Carlos, mi hermano dos años mayor, ya hacía Matemáticas. De hecho, es hoy profesor  y director del Departamento de Matemáticas de la Universidad de A Coruña. A mí me tiraban mucho las cosas muy aplicadas, la Física. Y cuando finalicé el COU barajé también la posibilidad de hacer Física, pero cuando finalmente tomé la decisión sobre las Matemáticas fue después de escuchar a mucha gente, en particular a mi profesor Alfonso Amorín, después cofundador y director de EDISA, una empresa gallega puntera en el desarrollo de software.

P: ¿Era una vocación que a los demás les parecía “rara”?

R: Me gustaba lo que me gustaba. Tenía profesores, como Arias, que eran artistas comunicando la física y por entonces yo pensaba que poder entender cómo eran las cosas y cómo funcionaban era muy interesante. Como se me veía a mí desde fuera me daba un poco igual. Pero el hecho de que me gustara transmitir esa manera de entender el mundo con las matemáticas, y que entonces no había un temario específico para Física en la enseñanza media, me decidieron definitivamente por las matemáticas.

P: ¿Pero esa unión de la física con la matemática permaneció en tu recorrido universitario?

R: Sí. Siempre me gustó ese maridaje que hoy encontramos en un exitoso menú como es lo del doble Grado de Matemáticas y Física, que es una suerte para el alumnado al que le guste mucho las dos cosas. En el instituto, Amorín nos hablaba de ordenadores, que en aquel momento, en los 80, eran algo aún muy raro e innovador. Todo eso favoreció un punto de encuentro muy enriquecedor en el que confluyeron personas dedicadas a las matemáticas y a la física con las dedicadas a la ingeniería y a la programación. Después, durante la carrera, pude elegir algunas materias de física, como la Astronomía, hasta que en el último año tuve como profesor a Alfredo Bermúdez, un referente en la matemática industrial nacional e internacional. Cuando finalmente inicié mi investigación con el profesor Bermúdez, trabajando con rigor en los algoritmos para estudiar un fenómeno físico como es el movimiento de las mareas en las rías gallegas, fue cuando confirmé esa confluencia de las matemáticas y la física, junto con la programación, como una decidida pasión.

P: Tus referencias fueron siempre hombres. ¿Es debido a una preeminencia masculina en el mundo académico y matemático?

R: Alfonso Amorín y Alfredo Bermúdez fueron el tránsito a la universidad y a la investigación. Pero lo cierto es que en el grupo de matemática aplicada en Santiago éramos mayoría de mujeres y hoy es un departamento prácticamente paritario. En el mundo académico gallego destaca el predominio de los hombres en el nivel más alto de la docencia (son mayoría los catedráticos) pero la foto completa varía si tenemos en cuenta las titulares, las ayudantes o contratadas doctoras, donde las mujeres son más.

P: ¿Hay alguna razón específica que explique esa falta de paridad?

R: En mi actividad académica yo personalmente tengo muy metida la componente de servicio (como vicerrectora o decana) y no tanto las acciones meritocráticas individuales. Creo que la falta de paridad en el último escalafón depende a veces de motivos educacionales. Yo, por ejemplo, dedico mucho tiempo a mi experiencia con el Programa ESTALMAT-Galicia (Estímulo del talento matemático) y menos a las propias prioridades de acreditación individual. Tal vez la educación de mis colegas es más de llegar arriba. En el equipo decanal somos cuatro mujeres, aunque en principio contacté también con hombres. En cambio, en el Máster de Matemática Industrial soy la única mujer coordinadora y son hombres en las otras cuatro universidades. En definitiva, creo que es una cuestión de entusiasmo.

P: ¿Ocurre igual en el ámbito empresarial?

R: Las cosas están cambiando. En nuestras relaciones con las empresas en el máster, detectamos que este factor de igualdad está también muy presente. En el propio máster estamos en un 30 y pico por ciento de alumnas, pero lo que también es cierto es que a la hora de la contratación posterior, y según se desprende de un estudio de empleabilidad, las mujeres estaban mejor retribuidas. Creo que una vez que estamos en los sitios, se nos reconoce la capacidad de trabajo, solo que, a veces, por temas de conciliación, las mujeres asumen tareas más compatibles. En las empresas, la mirada de las mujeres es un valor que destaca como un factor positivo de diversidad. Y también es cierto que la gente joven prioriza y valora cada vez más el tiempo, la calidad de vida y otras prestaciones laborales que aportan más satisfacción personal.

P: En ESTALMAT trabajas junto a la juventud. ¿Qué percepción tienes sobre la igualdad de género en ese ámbito?

R: Este año en ESTALMAT se presentaron 350 personas en Galicia a las pruebas de selección. Son gente joven (12-14 años) y son menos mujeres, estamos seleccionando alrededor de un 30% de mujeres. Ahí vemos que la competitividad viene de serie con los hombres: hay que hacer un examen, etc. Pero una vez hecha la selección, la capacidad de ellas es más manifiesta, se sienten más seguras hablando, levantando la mano, participando. Creo que ahí tenemos que trabajar más y mejor: darles la seguridad de que ellas lo merecen tanto como ellos. El año pasado tutoricé dos trabajos de fin de máster de chicas que hicieron previamente el doble grado de Matemáticas y Física, y su capacidad de trabajo es realmente muy grande. Si una mujer sale de su círculo de confort su seguridad es manifiesta. Llevamos 16 promociones en ESTALMAT y tenemos ya una trayectoria. Los egresados y egresadas nos dan mucho feedback, hacemos seguimiento de ese patrimonio porque lo que queremos es cultivar ese talento, que finaliza en las matemáticas en un 20% pero que en un 80% de los casos se diversifica libremente en otras titulaciones superiores.

P: En cuestión de talento matemático, ¿es necesario contar con figuras que sirvan de referencia?

R: Cuando yo estudiaba no conocíamos personas que fueran una referencia en las ciencias. En ESTALMAT ahora sí: este año hablamos de María Wonenburger y de Fontán, dos figuras matemáticas gallegas, hombre y mujer. Desde el Consello da Cultura Galega estamos trabajando mucho en las referencias históricas que antes no teníamos. Este año, el Día de la Ciencia celebraba a Rof Codina, que se encargó de consolidar la raza de la vaca gallega autóctona y, por la experiencia que yo tengo, a la juventud este tipo de referencias les encantan, porque les da la ocasión de conectar por una vía más emocional. Ahora basta con mencionar a estas personas para que el alumnado busque en internet y conozcan sus experiencias.

P: ¿Además de referencias científicas tienen también un papel cultural?

R: Sí, porque lo importante en el caso de figuras como Domingo Fontán o Rof Codina era su compromiso con el desarrollo de Galicia desde la modernidad. Codina trabajaba desde conceptos tan actuales como Onehealth (una salud única). Y gracias a Fontán Galicia fue la primera autonomía de España que tuvo un mapa científico. Cuando la juventud escucha esto se siente interesada, concernida, abre su mente a ese conocimiento. Fontán estuvo 17 años trabajando para su mapa, cosa que a los jóvenes les impresiona mucho. Pero es que el motor de la ciencia, más allá de los números y las fórmulas, también es la emoción, el entusiasmo.

P: ¿Cómo acabó convertida una tesis sobre el movimiento de mareas en un software para prevención de inundaciones?

R: Las mareas se mueven a partir de ecuaciones conocidas, la conservación de la masa y la conservación del movimiento, todo con más o menos precisión según la cantidad de tecnología matemática que metas en la medición. Para hacer simulaciones de corrientes necesitas la batimetría. Lo que hicimos en mi tesis de doctorado fue proporcionar algoritmos fuertes que les pudieran dar valor las variaciones del fondo, para sacar un auténtico retrato, con sus variaciones, para sacar las alturas del agua y la velocidad.

Eso nos permitía hacer una simulación de las corrientes, no solo en las rías sino en cualquier lugar donde se podía estudiar la variación de los fondos. Y también puedes simular una inundación. Eso, entre otras cosas aumentó mi admiración por Fontán, que decía que queria sacar el rostro a Galicia. Porque la orografía de un territorio (en el mar o en la tierra) es su ADN, sus arrugas. En nuestro caso hicimos un trabajo sólido, y después, con la escuela de Ingeniería de Caminos de A Coruña, y con la ayuda del Ministerio, logramos desarrollar el software IBER para simulación de flujos que hoy figura en el pliego de condiciones para hacer estudios de inundaciones. Para mí es un orgullo muy grande: fue una financiación pública lo que hace posible esta herramienta de matemática preventiva que puede ser aplicada en muchas partes del mundo.

P:¿ El futuro es de las matemáticas?

R: Las matemáticas son un lenguaje que permite entender y cuantificar problemas. La mayoría de las cosas que queremos resolver se pueden traducir al lenguaje matemático. Pero otra cosa es que sepamos cómo resolverlas. Incluso en el mundo de la matemática financiera hay conceptos como el factor humano. Hay matemáticas que están esperando por la gente joven y hay problemas que están esperando por profesionales de otros ámbitos, porque no podemos resolverlos solos. Y en la matemática industrial estamos muy acostumbrados a escuchar: en el máster trabajamos con un ceramista gallego, Nacho Porto, que diseñaba altavoces y que gracias a la acústica y a las matemáticas puede ver realizados sus propósitos.

P: ¿Alguna vez pensaste que verías tanto algoritmo en los titulares de prensa?

R: La verdad es que no. Siempre entendemos un algoritmo como algo que nos ayudaba a concretar lo que íbamos a escribir en el código informático. Pero también son modas: igual que si no hubiera aparecido el COVID no hablaríamos tanto de picos y esa jerga matemática que ahora es permeable a la sociedad. Yo no pensaba que esto podía pasar, pero para las vocaciones matemáticas, salir de nuestra cueva es algo estratégico para dar a conocer lo que la matemática puede hacer y, sobre todo, transmitirlo a la gente más joven, que empiezan a saber lo que es la emoción de esa ciencia que hacemos. (Foto: Toma de posesión como decana, realizada por Santi Alvite para la USC)